miércoles, 18 de febrero de 2009

Códigos Femeninos



Código: forma que toma la información intercambiada entre emisor y receptor. El más recurrente y complejo de los códigos es el idioma. Pero, gracias a las mujeres éste no siempre cumple su función de transmitir adecuadamente un mensaje.

1. Una amiga que le dijo a su ex: “¡me voy!” (esperando que él la retuviera). Pero la dejó ir, respetando su decisión. A ella le dolió y pelearon… falla de comunicación por diferencia de códigos.

2. Cuando era niña pensaba que mi papá no me quería porque no me decía las cosas que yo esperaba. No se lo dije hasta hace un par de años. Otra vez, un problema de códigos.

3. ¿Mi amor, cómo me queda esto? Te queda bien querida. ¿Bien, muy bien, o me compro el otro? Creo que el otro es más lindo. Entonces este me queda horrible, dices….Problema de códigos.

4. Una vez una "amiga" me dijo: “ese hombre no es para ti”. Me desanimó un poco. Luego estuvo con él… códigos pues.

En todos los casos siempre las mujeres somos quienes decimos cosas con el significado que nos antoje (códigos femeninos) y en algunos casos, esto que para muchos resulta encantador, puede convertirse en un harakiri. Porque siempre esperamos que nuestro receptor entienda “nuestra intención” en lugar de lo que realmente decimos. Un despelote y las funciones del código en el proceso de la comunicación se fueron al cacho.


¿Algún día cambiaremos? ¿O les dejaremos a los hombres la titánica tarea de aprender a interpretarnos? Porque es más fácil entendernos entre mujeres y, finalmente, el problema es con ellos, los hombres: tan simples y objetivos, víctimas de nuestras intrigas, marchas y contramarchas, tan torpes a veces, delicados otras, a veces dulces, amargos, pero tan, tan necesarios.


miércoles, 11 de febrero de 2009

muñeca


¿Qué pasa con las muñecas de trapo que ya no quieren cumplir su función de "favoritas y apachurrables"? Tengo una bien sentada que me mira todos los días con su sonrisa de oreja a oreja y es tan linda que ni me provoca apachurrarla por no ensuciarla.


¿Qué pasa con las dueñas de las muñecas de trapo que no se atreven a apachurrarlas por no ensuciarlas?


Respuesta: crecieron y dejaron de vivir el presente... asustadas por el pasado y preocupadas por el futuro. (Cosas de grandes que los niños no entenderían. Ni las muñecas de trapo)

martes, 3 de febrero de 2009

La puerta entreabierta




La costumbre de dejar la puerta entreabierta, es algo que adopté desde niña, por miedosa y porque me hacía la pila en la cama.


Todavía la dejo. No precisamente la de mi cuarto, sino la de mi vida. Para ver quien está asomándose y, sin necesidad de que llame, invitarlo a pasar. Así la timidez de aquel o aquella no evitará que conozca, quizá a una gran persona, quizá a mi mejor amigo (a), quizá al amor de mi vida.


Se queda entreabierta también para que quien quiera irse lo haga sin hacer ruido y sin despertarme. Porque odio despertar para saber que me dejan. Prefiero no saber que alguien se va de mi vida. Así, su alejamiento será un acto de libre albedrío (sin el filtro de mi persuasión) y sabré que quien se quede, en esta, su casa, lo hace porque puede encontrar un cachito de felicidad a mi lado.


Y la dejaré así, para que quienes decidan regresar, no la encuentren cerrada y no tengan que tocar para entrar.