jueves, 4 de agosto de 2016

Bajo la ducha


Se rehúsa al domingo y busca distraerse -para empezar- con una taza de café. Vuelve a la cama y mira las uñas de sus manos, víctimas de su voraz ansiedad. Piensa en nada y en todo.

Se prepara para la primera ducha del día. La primera.
Y empieza el ritual.

Cantando una alegre canción se quita la ropa.
Disfruta del frío del piso contra los pies.
Bajo la regadera, gira la perilla.
Cae el agua y con ella sus lágrimas.
La alegre canción sigue sonando en su boca.
Las lágrimas sólo cesan cuando la ducha se termina.

Algún otro momento del día la encuentra en la cocina. Sirviéndose una copa de vino y pensando en lo que hará durante la semana. Le provoca entonces una segunda ducha.

Ya en la noche, varias duchas después, se mete a la cama y mira sus uñas victimadas, luego sus dedos y empieza a juguetear con el aro que abraza a su anular. Voltea para decirle que lo ama y para darle un beso. Se queda dormida pensando en la ducha del día siguiente.



*Suena The Widow de Mars Volta
** Ilustración de Salvador Ramírez

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué fuerte! Pero muy bien representado, llega al corazón.
Rox